domingo, 11 de noviembre de 2012

Relaciones interpersonales complejas: suegra y nuera

Relaciones interpersonales complejas: suegra y nuera
http://www.proyectopv.org/2-verdad/relacintercspsic.htm

Las relaciones entre suegra y nuera no son siempre fáciles. En ellas se mezclan sentimientos encontrados vividos de forma intensa y que, además, giran siempre alrededor de un único personaje, el hijo-marido, que debe actuar como mediador entre ambas. 

Pocos personajes hay tan denostados e impopulares como la suegra en el acervo popular. Alrededor de ella se han ideado mil y un chistes en los que el elemento jocoso roza con frecuencia el mal gusto. La mayoría de ellos reserva el papel de protagonista a la suegra de él, a la que se atribuye el rol de metomentodo: una mujer que opina y dispone sin que nadie se lo pida, una especie de mamá pulpo que pretende trasladar a la familia de su hija las normas y directrices con las que guió a su propia familia. Sobre la madre de él, las chanzas son infinitamente menores en número, y ello sin razón aparente ya que las relaciones entre nuera y suegra son en muchas ocasiones bastante más complejas que las de ésta con su yerno. En ellas se mezclan ingredientes diversos, que van desde el cariño y la complicidad a la rivalidad y los celos.


Compartir al hijo


Son unas relaciones en las que cabe todo tipo de sentimientos, vividos con gran intensidad. La explicación puede encontrarse en el hecho de que «en la familia, quien está emocionalmente más presente con los hijos es la madre». Y a muchas les resulta difícil compartir al hijo al que han cuidado y educado durante más de veinte años. Entre madre e hijo se da una relación de sobreprotección que no se da con las hijas. Existe un vínculo que excluye a otras personas, sobre todo a mujeres.

Así las cosas, las relaciones entre suegra y nuera se desenvuelven siempre en un difícil equilibrio y alrededor de un único personaje: el hijo-marido. Para él, la primera imagen de la mujer es la de su madre, mientras que su esposa es la primera mujer en su vida. Las dos tienen una importancia capital en su existencia; a las dos le une un vínculo especial que inevitablemente influye en las relaciones entre suegra y nuera.

Inevitable distanciamiento

Se trata de un triángulo en el que cada cual ha de aprender a asumir su rol. Del mismo modo que la nuera no debe ver la relación del marido con su madre como algo amenazante, ésta habrá de renunciar a la familiaridad que tenía con su hijo cuando vivía con ella. En el momento en que el hijo constituye su propia familia, la madre tendrá que asumir que se inicia una nueva etapa en su relación con él. El distanciamiento es inevitable porque el hijo no tendrá ni el tiempo ni las energías para dedicar a su madre la atención que antes le dispensaba. Evidentemente, se trata de una pérdida, que puede tener su lado positivo, porque bien llevada puede suponer ganar una buena relación con su nuera y sus nietos.
Dependencia emocional

A veces la renuncia no es tan fácil. Hay madres posesivas en extremo que han desarrollado con sus hijos una relación que puede llegar incluso a ser agobiante. Es frecuente en aquellas que se han quedado viudas jóvenes y han volcado toda su existencia en la educación y el cuidado de sus hijos. Cuando éstos son mayores, buscan en ellos, más que mero apoyo, un sustituto del marido que les ha faltado. Por eso, en el momento en que los hijos se van de casa no encuentran el modo de llenar el vacío que dejan detrás. Pero no siempre está la viudedad de por medio. Hay casos de parejas en las que las injerencias las protagoniza una suegra con sus propios problemas conyugales: Son mujeres que tienen una dependencia emocional de sus hijos debido a sus problemas de pareja; que han buscado aliados en los hijos y, cuando éstos se van, les cuesta muchísimo quedarse solas, sin su complicidad.
 
El espacio de la pareja


En cualquier caso, cuando una familia política plantea problemas en un matrimonio, en la mayoría de los casos se debe a que los cónyuges no han llegado a un acuerdo sobre los límites en que deben desarrollarse las relaciones con la parentela. Hay un espacio que debe ser exclusivo de la pareja y sus miembros deben decidir cómo de grande quieren que sea. Cuando nace un nieto es normal que los abuelos interfieran más y suelen hacerse más evidentes los problemas, que es muy posible que vengan de mucho más atrás debido a que la pareja no ha sabido negociar los límites del entrometimiento de sus respectivas familias.
En el caso de las relaciones entre suegra y nuera, el papel del hijo-marido es determinante. A él corresponde, en primer lugar, poner los límites y mediar entre ambas para que las relaciones de éstas sean óptimas. Por eso, los hijos que no han logrado separarse emocionalmente de su madre plantean serios problemas. Pueden llegar a pretender que su esposa quiera a su madre de la misma forma que él, y eso no es siempre posible, porque una nuera no es una hija. Entre ella y su suegra cabe el afecto, la cordialidad, el cariño, pero el amor filial no es un sentimiento obligatorio.

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