jueves, 6 de diciembre de 2012

Muerte psicologica

Muerte psicologica
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El terrible ego El ego es la suma de nuestros muchos defectos psicológicos que viven en nuestro mundo interior y que fueron creados y son alimentados inconscientemente por nosotros mismos. Cada uno de esos defectos es llamado también de Yo, o detalle del Ego. No hay nada de divino o superior en el ego, él es realmente la causa de nuestros sufrimientos, inconsciencia, errores, vicios, etc. En el Antiguo Egipto el Ego es referido como “los demonios rojos de Seth”, a los cuales Osiris debía combatir. En el Bagavad-Gita el ego son los “parientes” con los cuales Arjuna tenía que librar terribles batallas. En la mitología el ego está, entre otros simbolismos, representado por la Medusa, causadora de todo tipo de sufrimientos a los hombres, y que es decapitada por la espada de Perseo. También en la Biblia podemos reconocer el ego en los llamados “pecados capitales”: lujuria, ira, envidia, codicia, gula, pereza y orgullo. En cuanto mantenermos en nuestro interior esa naturaleza inhumana, seremos creaturas limitadas, inconscientes, sufridoras y víctimas de las circunstancias. Si los seres humanos no llevaran dentro de sí el ego, el mundo sería un verdadero paraíso. La esencia Nuestra conciencia es una partícula divina, una parte de nuestro Real Ser. Podemos llamarla también de Esencia. Es lo más noble que llevamos dentro y es inmortal. Conforme vamos eliminando los detalles del ego, vamos fortaleciendo esa conciencia o alma, ya que cada Yo mantiene aprisionada una fracción de nuestra Esencia. Así es como vamos realmente cambiando interiormente, substituyendo poco a poco nuestros muchos defectos por nuevas virtudes y quedando más próximos a la Divinidad.

La Madre Divina
Hay también en nosotros otra parte divina de nuestro Real Ser, que llamamos Madre Divina. En las antiguas culturas ella siempre fue venerada. La casta Diana griega, la Isis egipcia, la Coatlicue azteca, la Shakti hindú, Stella Maris de los alquimistas medievales, María de los cristianos, etc., son otros nombres de la Madre Divina dentro de los simbolismos de cada pueblo y época. Así como nuestra madre física, ella vela por su hijo o hija y es individual. Cada ser humano tiene la suya. Debemos siempre pedir su auxilio, su consuelo y su protección. Ella nunca abandona al hijo suplicante, desde que tenga una conducta recta. Su misión principal en nosotros es justamente la eliminación del ego, de cada defecto psicológico que conseguimos percibir. Con la ayuda de ella es que vamos muriendo psicológicamente, exterminando el ego, eliminando la causa de nuestros sufrimientos, regenerándonos con hechos concretos y despertando conciencia del estado de sueño profundo en que nos encontramos. Eso es lo que realmente importa.

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