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Cuando una relación amorosa termina puede llegar a ser un evento doloroso para uno o ambos integrantes. Nadie espera enamorarse y perder el amor, cuando la persona amada se va, se cree que se lleva consigo una parte de nosotros, nuestro pasado y futuro. Por eso duele que la persona amada deje de retribuir ese amor.
Cuando la decisión de terminar la relación recae en uno y no en los dos (como suele suceder), el que decide lleva su proceso de duelo más elaborado y la persona que no decidió puede tener diferentes reacciones o etapas como lo son la incredulidad, la tristeza, la rabia u el odio por la persona que ha decidido terminar.

Si se han compartido muchos momentos significativos, felices o desagradables, la perdida de la persona amada puede ser devastadora. Por lo que la separación es un proceso que no tiene un tiempo fijo o determinado, este dependerá de la persona y de cómo ésta este viviendo la experiencia, y en los casos en que todavía no se ha logrado superar la pérdida, se recomienda no iniciar una nueva relación.
Para poder superar la pérdida, necesitamos aceptar que la vida ya no será igual ni en la intimidad ni en la sociedad y que la distribución del tiempo y los afectos deberá de cambiar.
Existen diferentes estrategias o claves que pueden ayudarnos a superar una ruptura amorosa, las cuales son:

Recuperar alicientes del pasado y buscar placeres del futuro, comenzar a reconstruir nuestra vida con optimismo, autonomía y libertad. Ayuda mucho el recuperar actividades satisfactorias
que se han dejado de hacer y establecer nuevas, planeando momentos a solas y en compañía, buscar amigos y hacer nuevos, es decir, mejorar las redes de apoyo.
Es muy importante tener en cuenta que no se debe pretender superarlo todo en unos cuantos días, no hay que forzar el proceso y recordar que todo tiene un tiempo natural, la calma y la paciencia nos permitirá quedarnos con lo mejor de la relación.

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